miércoles, 14 de mayo de 2014

Corre

Desde pequeños concebimos las carreras como un simple juego, que gana quien llegue primero a la meta. Sé que podrás recordar tus carreras de pequeño contra tus primos, contra hermanos, o quizás lo hiciste mientras tu perro te perseguía.

¿Por qué correr? un objetivo tiene en mente quien corre, una meta; algo le espera. Pero no, correr no es fácil. Comienza el cansancio, las piernas se cansan y comienzan a doler, los pulmones necesitan más aire, tu cuerpo te dice que no, que no puedes, que no sigas. ¿Les suena familiar?

A todos nos ha pasado que cuando vamos tras algo, todo comienza a complicarse y aunque nos esforzamos, parece que no vamos a lograrlo, porque nos cansamos, llega el desánimo, el entorno comienza a decirnos que no podemos, que es una locura. Hay quienes te llamarán loco y querrán desanimarte. Lo peor del caso es que a veces quienes crees que son más cercanos, son los primeros que actúan de tal modo que causan desánimo y dolor en ti. 

Ahora bien, algo me llamó mucho la atención la primera vez que leí al apostol Pablo y era lo siguiente:
"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? corred de tal manera que lo obtengáis." (1 corintios 1:24).
Luego Pablo vuelve a escribir, esta vez a los Filipenses y les dice:
"Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." (Filipenses 3:14).
Pablo no estaba hablando de una carrera física. Y sé que tu carrera ahora mismo, tal vez no es física. Quizás esperas algo, deseas algo, o estás luchando por algo y no llega. Sigue corriendo. Nunca desistas, pero corre hacia Dios para que él te lleve en sus brazos. No puedo prometerte que será fácil, pero Él ha prometido estar a tu lado.

Se lo dijeron a Josué: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas". 

¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna -respondió Pedro-; entonces corramos hacia él, porque allí estaremos seguros. Metas, sueños y todo lo que somos, en sus manos están. Sigamos corriendo hacia la meta y aunque nos cansemos, él nos dará fuerzas para continuar. Que la paz de Dios llene tu corazón.   


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