miércoles, 28 de diciembre de 2016

La última jugada


Año 2010, transcurría la final de la copa mundial de Fútbol en Sudáfrica, me recuerdo sentado en la cama de mi vieja habitación en la casa de mi abuela, pegado al televisor con los pies helados y el corazón super acelerado. Holanda y España se disputaban la gloria, solo uno podría salir vencedor. Los dos equipos se mostraban sólidos, ninguno bajaba los brazos. Partido de ida y vuelta, no hubo lugar para el medio campo, ambos equipos generaban ocasiones de gol. Yo quería que ganara España. Pase filtrado, Holanda crea una oportunidad clarísima, Robben 1 a 1 frente al portero, Casillas, apenas con el pie, logra sacarla y se salva España. Casi me da un infarto. 

Final del tiempo reglamentario, se mantiene el 0 en ambos arcos. Mis pies continúan como panelas de hielo y mi corazón no latía, redoblaba. La primera mitad de la prórroga continúa con la misma intensidad que los primeros 90 minutos, pero acaba con el mismo resultado, ningún equipo había logrado batir al portero; continúa la segunda parte de la prórroga y en los últimos 5 minutos comienza una jugada de España, fue como un ciclón hacia adelante, arrastrando marcas de rivales y haciendo magia, dándolo todo hasta el final, en el borde del área Cesc Fábregas se consigue con un balón rechazado, Andrés Iniesta se coloca en buena posición, Cesc envía el pase hacia él, sólo queda batir al portero, Iniesta remata cruzado y... ¡GOOOOOOL! lo grité, salté en la cama, pero allí no terminó todo. Faltaban 5 minutos más, ahora el plan era defenderlo. Acabado todo, España se hace acreedora de su primera copa mundial de la FIFA. La primera estrella para el escudo de su federación. ¡Qué recuerdo! ¡Qué final!



Hace unos días me hicieron una pregunta: "¿Qué fue lo mejor que te pasó este año?" Quise responder, lo pensé y traje a mi mente recuerdos de cosas geniales que me pasaron este año, sitios donde toqué que fueron espectaculares, personas increíbles que conocí, pero en ese justo momento pensé en algo que me hizo callar y no dar una conclusión. 

Verán, creo que ese mismo día o un día antes, estuve jugando triviador mundo (un juego de preguntas interesantes en Facebook), en el juego uno trata de conquistar la mayor cantidad de territorio en un mapamundi. Yo tenía el peor puntaje y la peor extensión de tierra. De 3 competidores yo era el tercero. Estuve intentando mejorar y no podía, no pegaba ni por suerte una respuesta. Estuve a punto de abandonar la partida y dejar el juego. Inicia la última ronda y el último turno de ataque era el mío, después de mí, la partida se acabaría y yo perdería. Un turno antes de mí, otro competidor fue eliminado completamente y solo quedó un imperio enorme contra mí. Yo solo tenía un turno, así que decidí arriesgarlo todo, no tenía nada que perder, y apunté hasta el castillo de aquel gran imperio, debía responder correctamente y contra el tiempo 3 preguntas, y tal cual como en una película, respondí una, respondí dos, y en la tercera, cuando creí que no respondería bien... ¡BOOM! acerté, y gané la partida, y mi imperio se extendió por todo aquel mapamundi. Obtuve el mayor puntaje  y mis oponentes quedaron en 0. 

Eso lo recordé mientras trataba de responder aquella pregunta acerca de lo mejor que me pasó este año y pensé: "Espera, mi año aún no termina. Me quedan unos días más, algo más puede pasar". Y mi respuesta entonces fue: "Te responderé el 31 de diciembre a las 11:59:59", porque nada está terminado hasta que se termina, pero depende en gran medida de lo que yo haga. 

Imaginen que en aquella final del mundial del 2010, Iniesta hubiera dicho: "Ah, ya quedan 5 minutos, guardaré mi fuerza para ir a los penales". ¿Qué hubiese pasado si él hubiese bajado sus brazos? Total, ya había llegado a la final... "Bueno, lo importante es participar"... Espera, eso no fue lo que pasó, aún quizás en su último intento, cuando ya todo estaba a punto de terminar, él lo dio todo, arriesgó todo, hizo su apuesta final: Todo o nada. No se conformó. 

Hoy la historia nos recuerda aquella final como una gran final, España lo recuerda como su única copa, Iniesta se hizo leyenda viva. España lo celebra como su héroe. Tal vez, en algún otro año, alguien vuelva a darle esa alegría a España, tal vez de una manera más bonita, pero Andresito siempre será el primero en lograrlo. 

Ahora que quedan pocos días para que termine el año, ¿por qué muchos lo han dado por acabado? Yo insisto, creo que algo más puede suceder, de hecho me esfuerzo para que suceda. La biblia nos recuerda la historia de alguien que con una edad avanzada y quizás contra todo pronóstico, no se conformó, él soñó con algo más y lo reclamó: 

Por eso te pido que me des la región montañosa que Dios me prometió aquel día. Tú bien sabes que los descendientes del gigante Anac viven en ciudades grandes y bien protegidas. Pero con la ayuda de Dios los podré desalojar, y así conquistaré esas ciudades, tal como Dios lo prometió. (Josué 14:12)


Ese era Caleb, que ya contaba con bastantes años encima y con una larga trayectoria. Él fue quien, años atrás, fue con Josué y otros más a espiar la tierra prometida. La historia nos cuenta que solo ellos dos no se asustaron. Y ésto me habla de alguien que ya tenía renombre por su valentía, nadie podría haber dicho que no hizo nada bueno. Pero aún así, Caleb no se conforma y dice: "Dame lo que Dios me prometió, porque aunque allí vive gente difícil, con la ayuda de Dios yo los saco de allí". Y en su prórroga, cinco minutos antes del final, Caleb, como Iniesta, anota el gol de su vida.

¿Sabes? quizás no se trata de el año solamente, sino de la vida. ¿Ya la diste por acabada? ¿Crees que ya lograste todo lo que debías? Creo que aún te quedan algunas oportunidades más para hacer cosas mejores. Arriesgate, ¿tienes algo que perder? entonces que sea el miedo, ¿tienes algo que ofrecer? que sea tu esfuerzo. ¿Tienes algo que ganar? que sea lo que Dios te prometió. Porque aunque no se haya cumplido hasta ahora; si Él lo prometió, eso se va a cumplir. Sino, preguntale a Caleb. 

Leonel Zapata 

miércoles, 14 de diciembre de 2016

El boleto dorado

Debo confesar que esto no lo saqué de una de mis películas favoritas. Para nada. Charlie y la fábrica de chocolates nunca me pareció una gran película, sobre todo por la crueldad de Willy Wonka y por otras cosas que me parecían algo desagradables; si piensas o pensabas como yo, dame esos cinco y espérate un ratito, que tal vez te cambie la manera de pensar… me sucedió a mí. Pero así es Dios, te habla cuando menos te lo esperas y con lo que menos te esperas.

Charlie Bucket, un pequeño niño con un gran sueño y con pocas probabilidades de cumplirlo, pues su familia tenía muy bajos recursos. Su gran sueño era visitar la fábrica de chocolates de Willy Wonka, pero imposible, ¿no? Sin dinero, ¿quién podría ir? Y a su edad, menos.

Por aquellos días, Willy decide colocar algunos boletos dorados en las barras de chocolate Wonka, solo cinco boletos para ser específicos, y las personas que consiguieran alguno de los boletos, podrían visitar la fábrica. Charlie consiguió un billete en la calle, y se compra una barra de chocolate… espera, ¿qué? Tal vez tú y yo habríamos comprado algo de comer, o hubiésemos ayudado a nuestra familia si estuviésemos en la misma condición, pero él no, él fue a comprar chocolate. Abre el empaque y acto seguido, aparece sorpresivamente un boleto que le ilumina la cara no solo por el resplandor, sino por la sonrisa que se le dibuja y la ilusión de saberse ganador de una visita al lugar que más anhelaba en su vida.

De inmediato aparecieron varias personas que intentarían a toda costa obtener el boleto; grandes sumas de dinero estaban a su disposición si decidía renunciar al boleto y entregárselo a otra persona. “¡Hey, chico!, no hay nada de comer en casa, recuerda”, pero el dueño de la tienda interviene oportunamente y le dice que vaya a su casa y que no se deje quitar el boleto por nadie.

A salvo el boleto, llega a su casa y lo muestra a su familia; su abuelo celebra. Pero el pequeño Charlie recuerda la precaria situación de su familia y reflexiona. Si vendiera el boleto, tal vez obtendría dinero para ayudar a su familia, pero ¿y su sueño? Estaba convencido de que debía renunciar a él, después de todo sería por una causa justa. Su abuelo interviene con una frase que a mí me ha dejado paralizado y aquí va: “Hay mucho dinero en la calle y a diario imprimen más. De éste boleto hay solo cinco en el mundo. Solo un bobo lo cambiaría por algo tan común como el dinero… y tú no eres bobo.”

Stop! No te explicaré la frase, solo quiero que recuerdes cuántas veces pensaste en renunciar a tus sueños porque sencillamente no son lucrativos, o porque no tienes el dinero suficiente para lograrlos. Qué triste sería que te preguntaran por tus sueños y tengas que compararlos con tu salario actual y tu trabajo actual. Es triste conocer personas que renuncian a sus sueños por dinero, pero viven frustrados porque no aman lo que hacen. ¿Tienes un sueño? Créeme que vale la pena luchar por él, aunque parezca que debes renunciar a él. El dinero es demasiado común, tus sueños no lo son, y si crees que son pequeños, entonces comienza a soñar más grandes.

Una vez me dijeron que mi Dios sería del tamaño que fuesen mis sueños, y al principio no lo entendí, pero ciertamente, si sueñas pequeño es porque no crees que Dios puede hacer algo mucho más grande.

Déjame contarte el final. Después de tanto recorrido y ver cómo otros niños son echados de la fábrica, Charlie gana. ¿Gana? Sí, gana. El señor Wonka solo andaba en busca de un heredero para dejarle su fábrica, y éste pequeño niño se convertiría en el dueño de aquella enorme y exitosa fábrica. ¿Será que ahora Charlie podría ayudar a su familia? Yo creo que sí. Ahora la decisión es tuya, ¿venderás tu boleto dorado?

Filipenses 4: 19 Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús (NVI).


- Leonel Zapata

lunes, 12 de diciembre de 2016

Verdades Incómodas

En estos tiempos donde el mundo se ha convertido en una máquina de tentaciones es inevitable que nuestros jóvenes se sientan atraídos por las cosas que se les ofrece, incluso en nuestras iglesias muchos jóvenes a diario son tentados de una u otra manera, desde la que nos parece más tonta (como copiarse en un examen) hasta la que los religiosos mandarían a excomulgar y auto flagelarse (tentaciones sexuales). Ajá, ¿y qué pasa con que un joven tenga tentaciones sexuales? Es normal, lo malo, muuuy malo, es que el joven caiga en esas tentaciones sexuales.

Parece ser que muchos líderes juveniles se han encerrado tanto en sus cuatro paredes de la iglesia, que sus ministerios en lugar de ser un sitio agradable donde poder pasarla bien aprendiendo de Dios, se han convertido en cuarteles de soldaditos de plomo donde el primero que rompa la formación debe ser dado de baja por no pertenecer al batallón de los super santos.

Sí, ya sé que dirán que me volví loco y que estoy en contra de lo que enseña la palabra de Dios. ¡Cuidado! No estoy de acuerdo con que un joven cristiano siga practicando el pecado, pero respóndanme algo: Si alguno se cae, ¿lo hundimos más hasta que se vaya de la iglesia? Pienso que es mejor levantarle con amor, hasta que sea restaurado completamente.

Para Dios no hay pecados pequeños ni pecados grandes, solo son pecados. Si Juanito debe irse de la iglesia porque le acusamos de que cometió pecado sexual, entonces deberíamos correr a Luisa de la iglesia porque le mintió a su mamá, a Luisito porque se enojó y ofendió a su hermano y al final, corrernos nosotros mismos porque estamos haciendo acepción de personas, cosa que Dios no hace.

Por otra parte, si de verdad queremos que nuestro ministerio juvenil sea efectivo, líderes, en el amor de Dios, seamos amigos de nuestros jóvenes. Está muy bien que les enseñemos a leer la biblia, está excelente que tengamos estudios bíblicos todas las semanas, pero recuerden que los jóvenes no son máquinas de leer biblia, son humanos y el humano tiene necesidades físicas y necesidades emocionales que deben ser atendidas de otra forma. Es allí donde entra la amistad. No hay nada de malo en decir que un día no vamos a estar dentro de la iglesia leyendo la biblia porque nos vamos al cine, no hay nada de malo en ir por helado. Salgamos al parque, a distraernos, a la montaña, relacionemonos como jóvenes cristianos.

Por esto que voy a decir tuve críticas muy fuertes ya, pero debo decirlo. Lo que la iglesia no le ofrece a nuestros jóvenes, se los ofrece el mundo. Y es ahí donde muchos carros chocaron y comenzó el acabose. Relájense, no estoy diciendo que la iglesia debe ser un club, o una disco donde vamos por unos tragos y a bailar y a cuadrar pareja, ¡NO! Pero pendientes con esto; todos hemos escuchado que “Satanás se presenta como ángel de luz” y ¿entonces qué sucede? Cuando la iglesia no te ofrece su confianza, conoces a tu mejor amigo que es inconverso, cuando la iglesia no te escucha, alguien afuera lo hace, cuando la iglesia no te da más consejos que no sean “Lee la Biblia”, entonces viene alguien del mundo y te da el consejo más malo del planeta, pero ese te ofreció su amistad y en ese decidiste creer. ¿Y qué pasó después? ¡SE LLAMABA! Ya no fue más a la iglesia y se fue a practicar las cosas del mundo.

¿Por qué cuesta tanto compartir entre jóvenes cristianos? Esto no es vivir el mundo purificado, esto no es posmodernidad, esto es dejar de ser religiosos y comprender que no somos cristianoides programados para leer biblia y hacer el bien. Somos humanos transformados por la sangre de Cristo a los que NOS GUSTA LEER LA BIBLIA Y HACER EL BIEN. Es diferente, ¿no?

No busquemos programar a nuestros jóvenes. Hacemos que los jóvenes lleguen a la presencia de Dios cuando nuestra amistad con ellos refleja que Dios ha sido nuestro amigo primero y que por ese amor que él nos dio, nosotros los amamos a ellos.

Yo sé que Pablo dijo que no nos conformáramos a este siglo y que nos renováramos por medio de la transformación de nuestro entendimiento, eso es cierto e irrefutable, peeero, hay un pero. ¿Qué pasa cuando nos estamos conformando dentro de la iglesia y no vamos por más? Cuidado con esto, la iglesia no debe cambiar al joven en cuanto a su condición de joven, debe cambiarlo en cuanto a su forma de actuar. No pretendamos que lleguen y usen camisa, corbata, saco y una biblia bajo el brazo; ese no es el joven de hoy. Es lamentable que en estos tiempos estemos tan ocupados en que nuestros jóvenes no se contaminen con las cosas del mundo, que olvidamos enseñarles cómo ganar al mundo para Cristo.

Hagamos que los jóvenes se sientan bien, que disfruten viniendo a la presencia del altísimo, no que lo hagan por obligación o porque si no lo haces te vas al infierno.

Leonel Zapata



La última jugada

Año 2010, transcurría la final de la copa mundial de Fútbol en Sudáfrica, me recuerdo sentado en la cama de mi vieja habitación en la ca...