viernes, 6 de noviembre de 2015

Soy Leyenda

Una de mis películas favoritas cuenta la historia del Teniente Coronel Robert Neville, un virólogo del ejercito de EE.UU, que enfrenta la peor epidemia conocida en el mundo. La ciudad de New York se ve afectada por un terrible virus, que inicialmente fue sarampión modificado genéticamente para ser utilizado como la cura del cáncer, pero dicho virus mutó, causando que una bacteria pusiera en estado de 'zombies' a gran parte de la población. 

Robert es, según la película, probablemente el único hombre no infectado que se encuentra en la ciudad, y desde su casa realiza estudios acerca de la extraña enfermedad y trabaja en pro de encontrar una posible cura, al mismo tiempo que por las noches se refugia y se protege de las sombrías criaturas que solo a la luz de la luna salen de sus guaridas para arrasar lo que encuentran a su paso y a atacar la casa de Robert, quien se defiende con grandes reflectores de luz para ahuyentarlos. 

El virus se contagia por contacto con la bacteria o por una mordida de los 'zombies', pero Robert es mordido por uno de ellos cuando entra a una de las guaridas buscando a su perra, y no se contagia con la enfermedad, y descubre que es inmune, lo que podría significar que en su propia sangre estuviese la cura para el virus. 

Hace unos días realizaba una encuesta a mis contactos de Facebook donde les preguntaba cual era, a criterio de ellos, la peor enfermedad del mundo. Muchos coincidieron que es el VIH, otros Ébola, otros hablaron de depresión, mentiras, falta de perdón, otros dieron nombres extremadamente raros, de esos donde uno siempre (con cara de menso) le pregunta al doc: ¿y eso se come?

Un montón de años atrás el mundo se vio afectado por la peor enfermedad nunca antes vista, que transformó al hombre en un muerto caminante, en un 'zombie' y no fue una película. Los infectados buscaron esconderse porque la luz les hacía daño. Estoy hablando de una enfermedad capaz de matar el alma, capaz de dejar sin vida a quien aparentemente está vivo. El pecado entró a la humanidad cuando el hombre desobedeció a Dios. No hubo una alteración genética de un virus para curar el cáncer, pero sí hubo una alteración al diseño original de Dios. El hombre alteró su propósito y se pervirtió y en ese mismo momento murió (Génesis 3). A causa de ésta enfermedad (pecado), el hombre murió espiritualmente. 

Pero no todo estaba perdido. Un hombre. No un virólogo, no un Teniente Coronel. Fue enviado desde el cielo a un mundo contaminado y nació de una mujer contaminada. Pero él no se infectó. En otras ocasiones fue, si se quiere, mordido por los 'zombies' cuando hablaban mal de él y le atacaban, pero él no se contagió. Él sabía que era inmune; él sabía cual era la cura. 

El final de la película nos cuenta que Robert descubre que el antídoto hecho a partir de su sangre había comenzado a surtir efecto en un espécimen, pero el ataque del resto se hacía cada vez más fuerte, por lo cual él decide entregar un frasco con la cura a otras personas que se refugiaron y él se sacrifica, hace estallar una granada y muere junto a quienes lo atacaban, pero en la vida real no fue ese el final. El hombre del que hablaba hace un rato se llama Jesús. Su sangre fue la cura para la enfermedad, se entregó, derramó su sangre, su vida y su amor por todos nosotros que estábamos contaminados, pero ese no fue el final.  Aparentemente había vencido la enfermedad, dando muerte a quien tenía la cura y creyendo que así se anularía el efecto de la sangre derramada. Hubo silencio. Una tumba, una gran piedra. Pero eso no le detuvo. Jesús se levantó de la tumba, quitó la piedra y venció la mayor epidemia mundial de la historia, derrotó el pecado y nos dio la cura. Nos dio vida. Ya no somos 'zombies', en Jesús tenemos la cura. Él no es leyenda, Él es la vida.

Leonel Zapata






martes, 20 de octubre de 2015

En la panza del pez

Sí, en la panza del pez es el nombre de éste artículo; normalmente se diría que estamos en 'la boca del lobo', pero no, esta vez es la panza del pez. Una canción infantil que se cantaba en la iglesia donde iba, dice: "Jonás no le hizo caso a la palabra de Dios, por eso al mar profundo la gente lo tiró y vino un pez muy grande y -glup- se lo tragó, porque no le hizo caso a la palabra de Dios", y tal vez acabo de tirar la cédula, pero eso le sucedió a Jonás. 

Jonás un día recibió un mensaje de parte de Dios, donde se le ordenaba que se dirigiera a la ciudad de Nínive y que les dijera que ya Dios había visto lo malvados que eran, pero en lugar de ir a Nínive, Jonás pensó que podría encontrar un lugar donde Dios no lo molestara, pensó que podía huir para no cumplir lo que Dios le había mandado. 

Jonás no sabía el problema en que se estaba metiendo. Cuestionó a Dios y por si fuera poco, decidió no hacerle caso y hacer todo lo contrario a lo que Dios le había ordenado. Es como cuando mamá te manda a limpiar el cuarto y te pones a jugar en la pc. La furia que se desata no es normal; te metiste en un problema por desobediente. Bueno, ahora imagínate la magnitud del problema que se le vendría encima a Jonás; no había desobedecido a mamá, solo a Dios, nada más y nada menos. 

Bueno, nuestro amigo pagó un pasaje y se montó en un barco para irse lejos del propósito de Dios... sí, se que te diste con la mano en la frente pensando en semejante tontería, pero espera, solo continúa leyendo. Jonás se fue en un barco y en alta mar el barco fue azotado por una tormenta terrible, las olas eran muy altas y el viento soplaba tan fuerte que el barco estaba a punto de ser destruído y Jonás dormía -¿cómo?- Dormía, Jonás estaba dormidote mientras los marineros asustados luchaban por mantener el barco y remaban con todas sus fuerzas para poder llevar el barco a la orilla. Comenzaron a aligerar la carga, comenzaron a lanzar cosas al mar y seguían cerca de hundirse, comienzan a pedir a sus dioses que los salven, pero nada sucedía y el capitán ve a Jonás quizás con la boca abierta y en el quinto sueño y lo manda a levantarse y que se ponga a pedir a Dios que los salve. Dice la biblia que luego echaron suertes para ver quién era el culpable de lo que les estaba sucediendo y adivinen quien resultó culpable (música de suspenso)... Jonás. Y yo me imagino que los marineros tenían ganas de liquidarlo, porque ciertamente era su culpa, y él tuvo que reconocerlo y pedir ser lanzado al mar para que se calmara la tormenta. Dicho y hecho, hombre al agua y se calmó todo. 

Pero allí no terminó todo, de paso vino un pez enorme y se tragó a Jonás. Ahora él estaba literalmete en la panza del pez, había naufragado y ahora era alimento para peces. Me pregunto: ¿no era más sencillo ir a Nínive? En ocasiones Dios nos pide hacer algo y solo porque no nos gusta lo que nos toca hacer, o porque nos saca de nuestra comodidad, decidimos no hacerlo, pero déjame decirte un secretito: Si Dios ha determinado algo para ti, aunque te escondas, aunque te vayas, aunque no te dé la gana, eso se tiene que cumplir y quizás vas a tener que entenderlo por las malas. 

Pasaron tres días y tres noches para que Jonás saliera de la panza del pez, pero allí dentro sucedió algo. Dice la biblia que desde la panza del pez, Jonás hizo un oración no de miedo, no de desesperación y no de súplica, fue una oración de agradecimiento a Dios por haberlo salvado, porque el pez fue un instrumento que Dios utilizó para salvarlo del mar donde tendría una muerte segura. También imagino yo que estando dentro del pez, Jonás muchas veces se preguntaría por qué no se fue directamente a Nínive, si era más sencillo. Tuvo que reconocer que lo había hecho mal. Sale del pez y vuelve a recibir un mensaje de Dios, y otra vez Dios le pide lo mismo, pero ésta vez su actitud fue otra, ésta vez tuvo que obedecer. 

Jonás se fue a Nínive, e hizo lo que Dios le estaba pidiendo. Pero escogió el camino largo, y sus acciones tuvieron consecuencias que pudo evitar. Cuando desobedeces a Dios, retrasas su propósito para ti. ¿Te ha pedido Dios a ti algo que no quieres hacer? ¿Qué vas a decidir? si te quieres escapar, muy probablemente habrá tormenta y tendrás que ser lanzado al mar y ese mar duele, ese mar lastima y desespera, pero espera, hay algo más... Cuando Jonás ora desde la panza del pez, él dice que estando en el mar a punto de morir, se acordó de Dios y oró y su oración llegó a su santuario y Dios envió a un pez para salvarlo. ¿Estás tú en éste momento en ese mar donde no sabes qué hacer? Pide ayuda, Dios te escuchará. Pero tienes que tomar la decisión de hacer la voluntad de Dios para tener paz, obedecer para ser feliz y tener bendiciones. El propósito de Dios en ti se cumplirá aunque no quieras y donde te escondas, Dios te irá a buscar. Así que la próxima vez que Dios te pida algo, mírate en el espejo de Jonás y decide bien qué vas a hacer. 

Leonel Zapata




viernes, 2 de enero de 2015

Cómo tener un gran año

Estamos a horas de haber comenzado un año nuevo y por ende, a pocas horas de haber acabado el que pasó. En las redes se han hecho virales los mensajes y las imágenes pidiendo sorpresas para el año que entra, que sea mejor que el año que pasó y los más extremistas piden que no se le parezca en nada.

Esto desde cierto punto de vista es comprensible. Malas experiencias, dolor por la pérdida de un ser querido, decepciones, desilusiones amorosas, deudas y cualquier cosa mala que nos suceda, puede causarnos aflicción y tristeza, y lógicamente, no queremos que se repitan esas cosas.

Bien, entonces comencemos a ver cómo hacer que esas cosas no vuelvan a suceder. Piensen en algo que las evite, yo lo estoy haciendo; a ver... quizás algo haya por allí. ¿Y bien? Me rindo, no encontré nada. No hay nada que podamos hacer para evitarlas, lamentablemente, pero lo que sí puede hacer la diferencia es cómo afrontemos esas situaciones.

Es cuestión de actitud. Santiago dijo: "Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades. Por lo tanto, deben resistir la prueba hasta el final, para que sean mejores y puedan obedecer lo que se les ordene." (Santiago 1:2-4 TLA) 

Allí encontramos el primer paso: Confianza en Dios. Pueden venir las dificultades, pero felices nosotros, que hemos puesto nuestra confianza en Dios. 

Segundo: Quéjate menos, agradece más 

A menudo nos encontramos en situaciones difíciles y siempre llega la pregunta: "¿Por qué a mí? si yo soy tan bueno, no robo, no miento, no bebo, no fumo..."

"¿Por qué le pasan cosas malas a gente buena? eso solo ocurrió una vez y él se ofreció", dijo R.C Sproul Jr. El primer problema está en que nos creemos buenos, cuando la realidad es que no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:12). El único bueno es Dios, y si siendo bueno, él no preguntó por qué le pasaban esas cosas, ¿quienes somos nosotros para cuestionar cuando nos pasan cosas malas? Jesús sabía que había un propósito, que debía padecer todo eso con la intención de salvarnos. Por eso cuando nos pasen cosas malas, sepamos que no somos buenos y que esto es poco para lo que merecíamos (Romanos 6:23). No nos quejemos, más bien agradezcamos porque al superarlas, tendremos recompensas. 

Tercero: Sueña en grande

De niños, a todos nos preguntaron qué queríamos ser cuando grandes y todos teníamos un sueño grandioso, algo que todos los grandes veían imposible y se reían falsamente para alentar nuestras locuras infantiles. Pero algo pasa en el camino. Nos vamos haciendo tan aburridos, tan encerrados en nosotros mismos, tan adultos cascarrabias que dejamos atrás esos grandes y fantasiosos sueños solo porque los vemos infantiles. 

¿Qué pasó con el que quería ser astronauta? Tal vez terminó siendo empresario; ¿qué sucedió con el que quería ser director de orquesta, o estrella de televisión? terminó siendo abogado. ¿No es triste la historia? El entorno nos corta las alas; nosotros no hacemos el mínimo intento por impedir que las corten. Si quiere estar satisfecho con usted mismo, sueñe en grande y ponga su esfuerzo en lograrlo. Una vez alguien me dijo: "Un sueño debe ser tan increíble que todos digan que no se puede y tan grande que valga la pena morir por él".

Antes de que lo pregunten, sí, lo más importante es buscar a Dios primero y colocar nuestros sueños en sus manos; pero hay que soñar y anhelar lo que soñamos. Dice el Salmo 37:4 Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas.

Por último: Ten Fe

No lograrás nada de lo que te propongas si no tienes fe. Fe en que lo lograras porque Dios va contigo. Quizás aún no veas que las cosas van como quieres, pero si puedes creerlo, si puedes tener fe, sucederá. ¡Vaya, Leo! dime algo que ya no sepa. Sí, eventualmente lo sabemos, pero cuánta falta nos hace tener más fe en Dios.

En tantas ocasiones fallamos, erramos, nos rendimos por falta de fe. La fe es la certeza de que obtendremos algo que esperamos que suceda, la seguridad de que hay algo que aún no vemos, pero que ya está allí. La fe es pisar donde no hay piso, caminar sobre las aguas sin temor a caernos porque El Maestro nos sostiene las manos. La fe rompe el espejismo de la duda y nos otorga determinación. 

Quizás esto te ayude a reflexionar en que no se trata del año, se trata de ti. Así que, no esperes mucho del año nuevo, si realmente no esperas hacer mucho más de lo que hiciste el año pasado.

                                                                                                                                          
                                                                                                                                      Leonel Zapata 
















La última jugada

Año 2010, transcurría la final de la copa mundial de Fútbol en Sudáfrica, me recuerdo sentado en la cama de mi vieja habitación en la ca...